martes, 24 de abril de 2018

La basura televisiva que padecemos



Suelo ver poco la TV y a tiro hecho. Alguna vez por la mañana me he asomado a la caja tonta y he podido percatarme de la basura de televisiones que sufrimos y mantenemos. Da asco y vómito. Todas ellas se dedican a sacar lo peor que le ocurre a la sociedad, con un morbo infinito, en una mezcla bituminosa de sucesos, chismes políticos y mierda del llamado corazón.

Me viene a la memoria a tenor de lo dicho aquella publicación semanal de mis años de infancia y hasta bien avanzada la juventud que era EL CASO. Pero con una gran diferencia, ésta era una publicación profesional sobre sucesos, llena de dignidad, dirigida a un público concreto.

Las televisiones que nos invaden, han inventado la fórmula "tertuliana", con participantes, la mayoría periodistas a nómina de la tv correspondiente, que se auto consideran especialistas en todo y, decimos nosotros, generalistas de la nada.

Buena parte de ellos, como un 80%, pertenecen a las piaras llamadas "progres", o lo que es lo mismo, falsos izquierdistas, al servicio del establecimiento, lo políticamente correcto, que les permite vivir de la mamandurria.

A ellos cabe añadir otra piara: la de los políticos, siempre los mismos, que pululan de plató en plató, soltando la misma ignorancia verborreica que les dictan los departamentos de comunicación de sus partidos, contestando siempre lo mismo, sea la pregunta que sea, o saliéndose por los cerros de Úbeda, cuando no tienen respuesta válida para sus intereses partidistas, tomándonos por imbéciles a los ciudadanos que les mantenemos. A la mierda matinal le siguen las series de sobremesa y los programas de falsos viajes gastronómicos, que resultan de echarse a llorar.

Las noches se rematan con más tertulias, con más de lo mismo matinal o los programas espectáculos del tipo "master chef" o la costura, sí, sí han entendido bien, la costura de las antiguas modistillas, elevada a la memez más atronante. Otra variedad son los musicales del tipo "Operación triunfo", trufados de jóvenes ninis, sin formación alguna idolatrados por sus atributos y atributas físicos y físicas.

En todos ellos, es creciente la presencia de homosexuales, en un porcentaje superior a la presencia en el conjunto de la sociedad, como si de un exhibicionismo se tratase, a lo que no nos parece ajena la influencia cada vez mayor del poderosísimo lobby gay, en todo el ámbito planetario e institucional.

Son escasisimas las cadenas que incluyen programas de contenido cultural o político de calidad y con desarrollos en profundidad, con rigor e independencia. Este papel, que debería corresponder a las cadenas públicas no es así, ya que éstas se encuentran secuestradas por todo un ejército de progresía izquierdista contratada bajo los mandatos socialistas, que se han enquistado cual lapas en ellas, o los independentismos regionales, caso de TV3 o Euskal Televisa.

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